Lote 1015

ADJUDICADO

Fecha subasta

27-06-2024 12:30 CET

hammer

Finalizada

Precio salida 250.000 €

Adjudicado 630.000 €

FELIPE V

Felipe V. 8 escudos. 1715. México. J. Tipo "Royal". Florones grandes. AU 26,94 g. 34,8 mm. AC-2196. Onza-401. Encapsulada por NGC MS 68 Fleet "Top Pop" (2915286-001). Módulo de 8 escudos (1601-1823) con la graduación más alta en el censo de NGC. Espectacular pieza por su calidad de acuñación, centraje y perfecto estado de conservación. Pleno B.O. Rarísima.

Compra privada a Jesús Vico (1989). Previamente adquirido a Frank Sedwick. Purchase to Jesús Vico (1989). Previously purchased to Frank Sedwick.
Categorias
Numismática

El apogeo de la acuñación colonial española es el Galano de 8 escudos mexicano (Royal), una gran moneda de oro tan perfectamente bella que se considera entre las monedas de oro más deseables del mundo. Extremadamente raras, se conocen menos de 50 de estos Galanos (Royals) de 8 escudos con apenas una docena de fechas dentro del período de 53 años en el que México fabricó macuquinas de oro (1680-1732). A diferencia de las macuquinas de manufactura cruda y desiguales, los galanos son perfectamente redondos y acuñados uniformemente en planchas del mismo grosor, con anverso y reverso alineados como medallas. Su propósito exacto sigue siendo desconocido, simplemente registrados en los archivos españoles como “galanos” con un costo de producción más alto, pero es seguro asumir que eran piezas de presentación formal, ya sea destinadas al propio Rey (de ahí el apodo en inglés del siglo XX “Royal”) o para ocasiones especiales. Solo la casa de la moneda de la Ciudad de México fabricó estos galanos de oro. La mayoría de los ejemplares conocidos provienen de la Flota Española de 1715, que se hundió frente a la costa este de Florida en los Estados Unidos. La denominada Flota de 1715 consistía en once barcos perdidos en arrecifes poco profundos, sin contar a un único sobreviviente, el barco francés Grifon, que continuó de manera segura hacia Europa sin conocer el destino de los barcos españoles. Los barcos españoles perdidos eran una combinación de dos flotas regulares: la Flota de Tierra Firme, procedente de Cartagena cargada con tesoros peruanos y colombianos, y la Flota de Nueva España, procedente de México con monedas recién acuñadas y joyas asiáticas del comercio del Galeón de Manila, unidas en La Habana para el viaje de regreso al noreste hacia España. Estas flotas debían ser anuales, pero se retrasaron por la Guerra de Sucesión Española tras la muerte de Carlos II en 1700, lo que causó que los tesoros se acumularan durante años en México y Colombia. España necesitaba desesperadamente esta riqueza en casa y no pudo esperar más a la flota cuando finalmente partió de La Habana en julio, evidentemente directo al camino de un huracán. Los supervivientes acamparon en las costas opuestas a los naufragios y enviaron noticias a la ciudad de San Agustín, a unas 175 millas al norte. Se realizó algo de salvamento, pero no pasó mucho tiempo antes de que los piratas llegaran y saquearan el tesoro, tanto en los campamentos como en el agua. Después de unos años, la tragedia se perdió en la historia, siendo la única evidencia posterior conocida por los historiadores una anotación en un mapa de 1774 de Bernard Romans. Este mapa fue redescubierto en 1959 por un constructor local llamado Kip Wagner, quien pronto localizó los sitios de los naufragios y formó una compañía de salvamento para recuperar los valiosos restantes bajo un arrendamiento del Estado de Florida. Este salvamento continúa hoy en día, con hallazgos importantes realizados en ocho sitios conocidos hasta tan recientemente como 2015, cuando se recuperó un tesoro de diez piezas Royals de 8 escudos. La moneda actual, fechada en 1715, tiene su propia historia: los residentes de la famosa “Treasure Coast” (Costa del Tesoro) de Florida (así llamada oficialmente por el evento del hundimiento de la Flota de 1715) saben que no todo proviene del agua. En cualquier día, llueva o sea un día soleado, siempre algo puede aparecer sobre la playa. Uno de los hallazgos más afortunados en la playa fue en 1989, cuando una pareja de vacaciones descubrió casualmente esta moneda en la arena después de una tormenta primaveral. Vendieron la moneda al numismático de Florida, Frank Sedwick, y luego fue comprada por Jesús Vico y otro comerciante y posteriormente adquirida por Fernando Segarra. En otras palabras, esta moneda no solo tiene un pedigrí conocido que se remonta a su fecha de fabricación, sino que también demuestra la larga y continua amistad colaborativa entre las firmas numismáticas de Vico y Sedwick. Antes de ser vendida, esta moneda y su historia aparecieron en la portada del boletín PLVS VLTRA del segundo trimestre de 1989 y luego se convirtió en una moneda fotografiada en la segunda edición del libro Practical Book of Cobs (1990), publicado por Frank Sedwick, pionero en el estudio de las monedas macuquinas. Ahora graduada y encapsulada MS 68 por la firma NGC, esta es, con gran diferencia, el mejor ejemplar de un galano de 8 escudos mexicano. De hecho, es la calificación más alta otorgada a CUALQUIER moneda de 8 escudos de cualquier ceca, colonial o republicana. La calidad del detalle y la nitidez del golpe, sin duda impartidos por algún tipo de prensa de acuñación temprana, combinados con un lustre extremo y una preservación completamente prístina, la convierten en la onza más fina que jamás haya existido. Es un tesoro numismático único para la posteridad. Daniel Frank Sedwick

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