CARLOS IV

La referencia más antigua respecto de las medallas realizadas en la ciudad de Buenos Aires a nombre de Carlos IV de la que se tiene registro es la de Pedro Alonso O´Crouley en su Diálogos sobre la utilidad de las medallas antiguas (1795), donde describe muy brevemente este tipo. Obras posteriores solo hablan de ejemplares en plata, si bien A. Rosa cataloga y describe un ejemplar en oro bajo, el nº 4 en su Aclamaciones de los monarcas católicos en el Nuevo Mundo (1895), con peso de 23.2 gramos y 36 milímetros de diámetro. Más recientemente, Marcos Silvera Antúnez describe de forma muy concisa esta medalla y reporta tres ejemplares conocidos en oro, uno de los cuales se encuentra en el Museo Mitre de Buenos Aires. Según la información de Rosa, estas medallas, pese a ostentar la fecha 1789, no se realizaron hasta 1790, información que poco después José Toribio Medina demostró errónea gracias a la documentación que localizó referente a la jura, que tuvo lugar el 8 de agosto de 1789. Existe además un documento citado en el Catálogo de la Colección Mata Linares (vol. IV, nº 8677, p. 213) acerca de los actos protocolarios de la celebración mediante un bando emitido al Virrey de Buenos Aires, Don Nicolás de Arredondo, fechado en 31 de julio del mismo año. Por su parte, Medina transcribe el acta capitular del 28 de septiembre de 1789 en la que Agustín Casimiro Aguirre, alférez real de turno, solicitó al Cabildo se le certifique su desempeño durante las festividades celebradas en esa capital, haciendo la precisión de que él tuvo el honor de haber alzado el real pendón durante la proclamación, y haber arrojado en los atrios de conventos e iglesias monedas de plata al público y “haber distribuido a los jefes, tribunales, cabildos y principales de la ciudad medallas de oro y plata con el real busto de su majestad”. Desde nuestro punto de vista se realizaron dos festividades, la primera el 8 de agosto de 1789 y una segunda, mucho más modesta, del 12 al 20 de noviembre de 1790, como menciona Rosa, en la que, por acuerdo del Cabildo, el dinero recolectado se destinó a empedrar las calles. Espectacular y casi prístino estado de conservación, de reverso poco difuso, pero destacada calidad y fundido en anverso, con 35.8 milímetros de diámetro y 23.37 gramos de peso, tal como se menciona en la venta de Superior Galleries y ratificado en la etiqueta del slab, el campo alrededor del busto presenta un terminado especial que da el efecto de haber sido pulido o rebajado, característico de las medallas de oro de la época en aquella región, además del habitual remarcado de detalles a buril como el último paso en su manufactura. Excepcionalmente rara, constituye una oportunidad única para aquellos coleccionistas avanzados en medallística latinoamericana.