FELIPE III. 50 reales. 1620. Segovia. A superada de cruz. A/ PHILIPPUS III DG. R/ HISPANIARUM REX. Leyendas separadas por puntos. AC-1003. Golpecitos en canto. Pequeñas marcas. MBC. Rara. Es de sobra conocida la importancia de las acuñaciones extraordinarias de las piezas de 50 reales y 100 ducados que se hicieron en el Ingenio de Segovia durante el siglo XVII como muestra propagandística del poder de la Monarquía Hispánica en esos años. Unas piezas que solo se podían acuñar con una licencia especial del monarca, que se daba a sus principales cortesanos, a grandes comerciantes, o para conmemorar importantes visitas de Estado, como la del Príncipe de Gales en 1623. La pieza de 1620, ensayada por Esteban de Pedrera, fue consecuencia de la licencia concedida al conde de Chinchón, Luis Jerónimo de Cabrera y Bobadilla, por esos años tesorero general del Consejo de Aragón y Alcaide hereditario, Guarda mayor y Alférez Real del Alcázar de Segovia, y Tesorero perpetuo de las Casas de moneda de dicha ciudad, que había solicitado al monarca poder acuñar 50 piezas de este valor para fines personales, aportando él mismo el metal para hacerlas; a la que se añadió también el permiso para que hiciera el mismo número de piezas y con las mismas condiciones a don Pedro Messia de Tovar, en esos momentos miembro del Consejo de Hacienda, y que antes había sido tesorero general del reino de Castilla, y luego fue Consejero de Indias, siendo ennoblecido como conde de Molina de Herrera (1627). Estas piezas fueron las últimas acuñadas a nombre de Felipe III

FELIPE III. 50 reales. 1620. Segovia. A superada de cruz. A/ PHILIPPUS III DG. R/ HISPANIARUM REX. Leyendas separadas por puntos. AC-1003. Golpecitos en canto. Pequeñas marcas. MBC. Rara. Es de sobra conocida la importancia de las acuñaciones extraordinarias de las piezas de 50 reales y 100 ducados que se hicieron en el Ingenio de Segovia durante el siglo XVII como muestra propagandística del poder de la Monarquía Hispánica en esos años. Unas piezas que solo se podían acuñar con una licencia especial del monarca, que se daba a sus principales cortesanos, a grandes comerciantes, o para conmemorar importantes visitas de Estado, como la del Príncipe de Gales en 1623.
La pieza de 1620, ensayada por Esteban de Pedrera, fue consecuencia de la licencia concedida al conde de Chinchón, Luis Jerónimo de Cabrera y Bobadilla, por esos años tesorero general del Consejo de Aragón y Alcaide hereditario, Guarda mayor y Alférez Real del Alcázar de Segovia, y Tesorero perpetuo de las Casas de moneda de dicha ciudad, que había solicitado al monarca poder acuñar 50 piezas de este valor para fines personales, aportando él mismo el metal para hacerlas; a la que se añadió también el permiso para que hiciera el mismo número de piezas y con las mismas condiciones a don Pedro Messia de Tovar, en esos momentos miembro del Consejo de Hacienda, y que antes había sido tesorero general del reino de Castilla, y luego fue Consejero de Indias, siendo ennoblecido como conde de Molina de Herrera (1627). Estas piezas fueron las últimas acuñadas a nombre de Felipe III