La Ley del Sello, también conocida como Ley de Derechos en las Colonias Americanas, fue una ley del Parlamento de Gran Bretaña que impuso un impuesto directo a las colonias británicas de América. La ley fue muy impopular en las colonias y se convirtió en un catalizador de la Revolución Americana.
Antecedentes
Tras la Guerra de los Siete Años (1756-63), Gran Bretaña se encontró en una difícil situación financiera. Aunque condujo al final de la larga disputa entre Francia y Gran Bretaña por el control de Norteamérica y a la concesión de Canadá a Gran Bretaña, la guerra había sido costosa y el Imperio Británico estaba profundamente endeudado. Como la victoria de los británicos había beneficiado a los colonos americanos, que habían sufrido 80 años de guerra intermitente con sus vecinos franceses, el gobierno británico argumentó que debían contribuir a pagar su propia defensa durante el conflicto.
En consecuencia, el Parlamento aprobó la Ley del Azúcar en 1764, que imponía nuevos aranceles a productos importados como el azúcar, la melaza y el café, con el objetivo de estrechar sus riendas sobre las colonias. Sin embargo, esta ley fue ampliamente eludida, y el gobierno británico decidió buscar una forma más eficaz de recaudar ingresos. Poco después, el primer ministro George Grenville propuso la Ley del Sello, que fue aprobada sin oposición el 22 de marzo de 1765.
La Ley del Sello
La Ley del Sello impuso un impuesto directo a las colonias americanas, obligándolas a estampar un sello en una amplia gama de documentos legales, periódicos, panfletos, almanaques y naipes. Los sellos debían adquirirse a agentes del gobierno y su precio oscilaba entre unos pocos peniques y varias libras. Los ingresos recaudados con los sellos debían destinarse al sostenimiento de las tropas británicas estacionadas en las colonias americanas.
La Ley del Sello fue muy controvertida en las colonias y suscitó una resistencia generalizada. Los colonos creían que era una violación de sus derechos como ingleses y que no debían pagar impuestos sin su consentimiento. Argumentaban que sólo sus propios representantes electos tenían derecho a imponerles impuestos y que no tenían representación en el Parlamento. A pesar de sus objeciones, el gobierno británico siguió adelante con ella.
A medida que se acercaba la fecha de su aplicación, la resistencia se hizo más fuerte, lo que llevó a la proclamación del Congreso de la Ley del Sello, una convención extralegal compuesta por delegados de nueve colonias que se reunió en octubre de 1765. El Congreso escribió peticiones al rey Jorge III reafirmando tanto su lealtad hacia él como la convicción de que sólo las asambleas coloniales tenían autoridad constitucional para gravarlas con impuestos. Además, llamaba al boicot de los productos británicos e instaba a las colonias a negarse a utilizar papel sellado.
Mientras tanto, se sucedían las protestas y manifestaciones por todas las colonias. La resistencia popular más famosa tuvo lugar en Boston, donde la muchedumbre desfiló por las calles con una efigie de Andrew Oliver, el distribuidor de sellos de la ciudad. Tras numerosas amenazas y humillaciones, Oliver no tuvo más remedio que dimitir. Sucesos similares ocurrieron en otras ciudades coloniales y, a principios de 1766, la mayoría de los distribuidores de sellos habían dimitido de sus cargos. Además, las turbas de las ciudades portuarias rechazaron a los barcos que llevaban sellos de Inglaterra sin permitirles descargar su carga. Todos estos actos de resistencia hicieron imposible que el gobierno británico pusiera en vigor la Ley del Sello. En 1766, el Parlamento la derogó, menos de un año después de su aprobación.
Consecuencias y legado
La Ley del Sello tuvo profundas consecuencias tanto para el Imperio Británico como para las colonias americanas, ya que dividió profundamente a las colonias y socavó la autoridad del gobierno británico en América. Su derogación fue acompañada de la Ley Declaratoria, con la que el Parlamento intentó reafirmar su poder para aprobar sobre los colonos las leyes que considerase oportunas. Sin embargo, los colonos se mantuvieron firmes en su opinión de que el Parlamento no podía gravarles y se opusieron a su aplicación.
Las cuestiones planteadas por la Ley del Sello desempeñaron un papel fundamental en la definición de los 27 agravios coloniales incluidos en el texto de la sección Acusación a Jorge III de la Declaración de Independencia de Estados Unidos, que daría origen a la Guerra de la Independencia y, en última instancia, a la independencia estadounidense.
Autora: Beatriz Camino Rodríguez.