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La batalla de Leuthen se libró el 5 de diciembre de 1757 entre el ejército prusiano de Federico el Grande y un ejército austriaco comandado por el príncipe Carlos de Lorena y el conde Leopoldo José von Daun. La victoria de Prusia le aseguró el control de Silesia durante la Tercera Guerra de Silesia, que formó parte de la Guerra de los Siete Años.

Antecedentes

Aunque la Guerra de los Siete Años fue un conflicto global, el frente europeo adquirió una intensidad única debido a la feroz rivalidad entre Federico II de Prusia, conocido como Federico el Grande, y María Teresa de Austria. Esta rivalidad se originó en 1740 cuando, al acceder María Teresa al trono, Federico se apoderó de la rica provincia de Silesia. El Tratado de Aix-la-Chapelle (1748) puso fin a la Guerra de Sucesión austriaca y otorgó oficialmente Silesia a Prusia. Sin embargo, María Teresa consideró el tratado como una medida temporal, que le daría tiempo para reconstruir su fuerza militar y forjar nuevas alianzas con el objetivo de recuperar Silesia y restaurar su dominio en el Sacro Imperio Romano Germánico.

En 1754, las crecientes tensiones entre Gran Bretaña y Francia en Norteamérica brindaron a María Teresa la oportunidad de recuperar los territorios perdidos y limitar el poder en expansión de Prusia. En un sorprendente cambio diplomático conocido como la Revolución Diplomática, Austria y Francia dejaron de lado su enemistad histórica para formar una coalición. María Teresa cimentó aún más esta alianza concertando el matrimonio de su hija, María Antonia, con el Delfín francés. Gran Bretaña, en respuesta, se alió con Federico II, incorporando al Electorado de Hannover de Jorge II y otros principados alemanes afines.

En 1756, al estallar la guerra, Federico atacó rápidamente, ocupando Sajonia y derrotando a los austriacos en la batalla de Praga el 6 de mayo de 1757. Sin embargo, sus campañas se vieron interrumpidas cuando las fuerzas francesas invadieron Hannover. El 5 de noviembre de 1757, el ejército de Federico, ampliamente superado en número, logró una asombrosa victoria en la batalla de Rossbach. Sin embargo, durante su ausencia, las fuerzas austriacas dirigidas por el príncipe Carlos de Lorena reconquistaron gran parte de Silesia.

A finales de noviembre, el ejército de Federico marchó rápidamente para enfrentarse a las fuerzas austriacas. Su ejército ascendía a unos 33.000 soldados, armados con 167 cañones. Llegaron cerca de Leuthen para enfrentarse a un ejército austriaco que les doblaba en número, compuesto por 66.000 soldados. El terreno de batalla en la Baja Silesia consistía en llanuras onduladas ideales para la observación, con suelos aluviales blandos que dificultaban el movimiento rápido pero podían ocultar los sonidos de las tropas en marcha. El príncipe Carlos estableció una línea defensiva que se extendía 8 km por las onduladas llanuras, anclando posiciones clave en los pueblos de Leuthen, Nypern y Sagschütz. Su puesto de mando, instalado en la torre de una iglesia de Leuthen, le proporcionó una posición privilegiada sobre el campo de batalla. Federico, familiarizado con el terreno por maniobras anteriores, ideó un plan para explotar las colinas bajas que protegían a sus fuerzas. Con una artillería excepcional y una caballería disciplinada, se preparó para superar en maniobras y arrollar al ejército austriaco, numéricamente superior, preparando el terreno para un encuentro decisivo en Leuthen.

La batalla

La niebla cubrió el campo de batalla, dificultando la visibilidad de ambos bandos, pero Federico y sus comandantes supieron sacarle partido. Dejando una unidad de caballería y una pequeña fuerza de infantería ante el flanco derecho austriaco, concentró el grueso de su ejército hacia Leuthen, lo que llevó al príncipe Carlos a interpretarlo erróneamente como una retirada.

A las 4:00 a.m. del domingo, Federico puso sus fuerzas en movimiento, avanzando en cuatro columnas: dos columnas interiores de infantería y dos columnas exteriores de caballería. Oculto por las colinas, Federico maniobró con tres columnas oblicuamente a su derecha, dejando sólo una columna de caballería visible para los austriacos. Esta finta despistó a Carlos, que desplazó sus reservas a su flanco derecho, debilitando el izquierdo. Mientras tanto, la principal fuerza prusiana, invisible, se movía detrás de las colinas, posicionándose para flanquear la izquierda austriaca.

Los austriacos se quedaron atónitos cuando la infantería prusiana apareció en su vulnerable flanco izquierdo. Sin embargo, se apresuraron a pivotar sus líneas y utilizar una zanja poco profunda para cubrirse. Franz Leopold von Nádasdy, al mando del ala izquierda, pidió urgentemente refuerzos a Carlos, que hizo caso omiso de la petición, convencido de que el ataque principal seguía estando a su derecha. A pesar de resistir en un principio, el avance de los prusianos, apoyados por la artillería, destrozó sus líneas. Sin munición, se vieron obligados a una retirada caótica.

Federico marchó hacia Lissa, donde los oficiales austriacos, asustados, se rindieron. Después de descansar, persiguió al ejército de Carlos hasta Bohemia, capturando más prisioneros y suministros. El 7 de diciembre, Federico sitió Breslau, que se rindió el 20 de diciembre.

De los 66.000 austriacos, se perdieron 22.000, incluidos 12.000 capturados y 3.000 muertos. Por el contrario, los prusianos perdieron 6.344 de sus 36.000 soldados.

Consecuencias

La batalla de Leuthen asestó un duro golpe a la moral austriaca y alteró drásticamente el curso de la guerra. La victoria de Federico, lograda con un ejército la mitad de grande que el austriaco, demostró la eficacia de la guerra de maniobras disciplinadas y el orden oblicuo de batalla. La pérdida de Breslau el 20 de diciembre y la posterior retirada del ejército de Carlos hacia Bohemia dejó a los austriacos tambaleándose. María Teresa, reconociendo la gravedad de la derrota, sustituyó al príncipe Carlos por el conde Leopold Joseph von Daun como comandante de las fuerzas austriacas.

En conclusión, la batalla no sólo aseguró el control prusiano sobre Silesia, sino que también reforzó el legado militar de Federico como uno de los comandantes más formidables de Europa. El ejército austriaco, habiendo aprendido los peligros de enfrentarse a las fuerzas prusianas en batalla abierta, adaptaría más tarde sus estrategias, centrándose en enfoques más cautelosos y defensivos en campañas posteriores.

Autora: Beatriz Camino Rodríguez.