El Tratado de Madrid fue firmado por el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Carlos V y Francisco I, rey de Francia, que había sido hecho prisionero durante la batalla de Pavía en febrero de 1525. El acuerdo incluía la renuncia de Francia a sus pretensiones en Italia, la entrega de Borgoña a Carlos y la renuncia a la soberanía sobre Flandes y Artois.
Antecedentes: Las guerras de Italia (1521-1526)
Los orígenes del tratado se remontan a las Guerras Italianas de 1521-1526, una serie de conflictos que formaron parte de las Guerras Italianas (1494-1559). Éstas marcaron la lucha continua entre Francia y España por la supremacía sobre la Península Itálica. El conflicto tuvo su origen en la elección de Carlos I de España como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico tras la muerte del emperador Maximiliano I en 1519. Este cambio de poder suponía una amenaza directa para Francia, que se encontraba rodeada por el norte, el este y el sur por los territorios de los Habsburgo. En 1521, después de que Inglaterra intentara sin éxito mediar en el conflicto, Francia se preparó para entrar en guerra. Se lanzaron dos grandes ofensivas contra los territorios de los Habsburgo: un intento de recuperar Navarra y un ataque al río Musa para hacerse con el control de los Países Bajos de los Habsburgo. Sin embargo, ambos intentos fracasan.
Durante este periodo, Carlos V formó alianzas con el rey Enrique VIII de Inglaterra y el papa León X. En consecuencia, Francia se encontró con el apoyo únicamente de la República de Venecia, alianza que se disolvió cuando Venecia hizo las paces por separado tras la derrota y expulsión francesa de Lombardía en la batalla de Bicocca en 1522.
En 1523, Inglaterra invadió Francia, lo que llevó a Francisco I a recaudar fondos para la guerra mediante un pleito contra el duque Carlos de Borbón. Enfurecido por esta acción, el duque traicionó a Francia, alineándose con el ejército imperial. En 1524, tras el fallido intento de Francisco I de invadir Italia, Borbón invadió Provenza, adoptando posteriormente el título de Conde de Provenza. El punto de inflexión en el conflicto se produjo en 1525 con la batalla de Pavía, donde el ejército francés fue derrotado y Francisco I fue llevado prisionero a Madrid.
El Tratado de Madrid
Durante el cautiverio de Francisco, Carlos presionó no sólo para la entrega de Lombardía, sino también de Borgoña y Provenza, lo que llevó al rey francés a argumentar que la ley francesa le impedía renunciar a cualquier tierra en manos de la corona sin la aprobación del Parlamento, una concesión que no se produjo. En los albores de 1526, Carlos se enfrentó también a las exigencias de Venecia y del Papa para que restituyera a Francisco II Sforza en el trono del ducado de Milán. Sintiendo la urgencia de arreglar las cosas con los franceses antes de que estallara otra guerra, Carlos se sintió motivado para llegar a un acuerdo.
En este contexto, Francisco, que había abogado sin éxito por conservar Borgoña, estaba ahora dispuesto a renunciar a ella para conseguir su liberación. Esta voluntad preparó el terreno para el Tratado de Madrid, que se firmó el 14 de enero de 1526. Los términos eran favorables a Carlos V, que aceptó liberar a Francisco tras la conclusión del tratado.
En virtud de las disposiciones del tratado, Francia renunció a sus derechos sobre Milán, Génova, Borgoña, Nápoles, Artois, Tournai y Flandes en favor del emperador Carlos. Además, Francisco I se comprometió a casarse con la hermana de Carlos, Leonor, y a enviar a dos de sus hijos a España como garantías del cumplimiento del tratado. Por último, aceptó persuadir a Enrique II de Navarra para que renunciara al trono de Navarra en favor de Carlos.
Consecuencias
El 6 de marzo, Francisco fue liberado de su cautiverio, y poco después, el 17 de marzo, cruzó el Bidasoa hacia Francia. Durante este periodo, el rey de Francia también consiguió la paz con Inglaterra mediante el Tratado de Hampton Court. Firmado en agosto de 1526, este tratado estipulaba que Francia e Inglaterra no formarían independientemente una alianza con el Imperio.
Mientras tanto, Clemente VII, el Papa, recelaba de la creciente influencia del Emperador en Italia, por lo que enviados venecianos y papales propusieron a Francisco una alianza contra Carlos. Sin embargo, Francisco nunca tuvo intención de adherirse a las restantes disposiciones del Tratado de Madrid. El 10 de mayo de 1526, el consejo real decidió romper el tratado, afirmando que el rey no estaba obligado por él debido a haber estado prisionero bajo coacción durante las negociaciones.
En junio de 1526, Francisco, junto con el Papa y las ciudades del norte de Italia de Milán, Venecia, Florencia y Génova, inició la Guerra de la Liga de Cognac en Angulema. El objetivo era recuperar el territorio perdido a manos del Imperio. Sin embargo, Enrique, designado como «protector» de la Liga, no participó formalmente en el conflicto.
A lo largo de las posteriores Guerras de Italia, tanto Francisco como su sucesor, Enrique II, reivindicaron insistentemente Milán. Estas reivindicaciones perduraron hasta la Paz de Cateau-Cambrésis en 1559. Sin embargo, Francia no logró recuperar ninguna de sus antiguas posesiones en Lombardía. Los términos de la Paz que puso fin a las Guerras Italianas concedieron a España el control sobre Milán, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Saboya y Piamonte.
Autora: Beatriz Camino Rodríguez