Carlos I (19 de noviembre de 1600 – 30 de enero de 1649) fue rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda desde el 27 de marzo de 1625 hasta su ejecución en 1649. Su falta de compromiso con el Parlamento condujo a las Guerras Civiles inglesas, a su ejecución y, finalmente, a la abolición de la monarquía.
Vida temprana
Carlos nació en Escocia el 19 de noviembre de 1600. Era el segundo hijo de Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia y Ana de Dinamarca. Tras la muerte de su hermano Enrique en 1612, Carlos se convirtió en el heredero al trono. De niño, Carlos fue educado por tutores privados y recibió una estricta educación protestante. Carlos se casó con Enriqueta María, la joven hermana de Luis XIII de Francia, en 1624. La pareja tuvo nueve hijos, los dos mayores, Carlos y Jaime, más tarde se convertirían en reyes.
Cuando Jacobo I murió por enfermedad el 27 de marzo de 1625, Carlos heredó el trono y se convirtió en rey de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda. Ya el día de su coronación, el 2 de febrero de 1626, se insinuó que su reinado sería funesto, pues durante la ceremonia se produjeron tres sucesos extraños: la paloma de su cetro real se partió, la gema de su anillo de coronación se desprendió y hubo un terremoto.
Primeros años de reinado
El reinado de Carlos I estuvo marcado por una serie de conflictos con el Parlamento sobre la cuestión del poder real y los derechos del pueblo. Carlos I era defensor del derecho divino de los reyes, que sostenía que el poder del monarca procedía directamente de Dios y era absoluto. Esto le enfrentó a muchos miembros del Parlamento, que defendían el principio de la soberanía parlamentaria.
La principal cuestión que dividió a Carlos y al Parlamento fue la fiscalidad. El rey quería aumentar los impuestos sin el consentimiento del Parlamento y constantemente desestimaba y convocaba esta institución. Incluso intentó eludirla adquiriendo dinero por medios privados. Aun así, sus dificultades para encontrar fondos suficientes le obligaron a hacer concesiones, como la Petición de Derecho (1628). Sin embargo, en 1629 Carlos decidió repentinamente disolver el Parlamento.
Las guerras civiles
Durante los años siguientes todo indicaba que el rey no necesitaba al Parlamento para gobernar ya que consiguió mejorar la situación económica del país y reducir la corrupción. Sin embargo, sus políticas contra la libertad religiosa disgustaron a los líderes eclesiásticos escoceses y desembocaron en las Guerras de los Obispos en 1637.
Tras darse cuenta de que era incapaz de reunir un ejército capaz de derrotar a los escoceses sin la ayuda del Parlamento, Carlos decidió ceder a sus demandas. Poco después, convocó al Parlamento. Sin embargo, el rey siguió ignorando sus promesas a la institución y la tensión fue en aumento, dando lugar a una serie de conflictos denominados las Guerras de los Tres Reinos, que también implicó a Escocia e Irlanda.
En 1641, los católicos irlandeses se rebelaron y lograron controlar la mayor parte de Irlanda frente a los monárquicos, los parlamentarios y los covenanters. Aunque todos ellos estaban de acuerdo en la necesidad de poner fin al conflicto, ninguno confiaba a los otros dos el control de un ejército levantado para hacerlo. En 1642, la incapacidad para resolver la situación política condujo a la Primera Guerra Civil Inglesa, que enfrentó a los monárquicos con los parlamentarios y sus aliados covenanistas en Inglaterra y Gales. La guerra en Inglaterra terminó cuando Carlos se rindió a los escoceses en 1646, pero las divisiones entre sus oponentes y su negativa a hacer concesiones dieron lugar a la Segunda Guerra Civil Inglesa en 1648. Una vez más, los parlamentarios derrotaron a los realistas. El Ejército Parlamentario del Nuevo Modelo, dirigido por el comandante Oliver Cromwell, se deshizo entonces de los miembros del Parlamento que querían seguir negociando con el rey. Como resultado, Carlos fue juzgado en 1649 y condenado a muerte. El rey fue decapitado el 30 de enero de 1649. Se le negó un funeral de Estado y fue enterrado discretamente en el castillo de Windsor.
Legado
La ejecución de Carlos fue un acontecimiento impactante y sin precedentes en la historia de Inglaterra al que siguió un periodo de agitación política y social. La monarquía fue abolida e Inglaterra se convirtió en una república gobernada por Cromwell conocida como la Commonwealth de Inglaterra. Bajo su mandato, la Commonwealth conquistó Irlanda y la mayoría de las tierras católicas irlandesas fueron confiscadas. Sin embargo, la república duró poco y, en 1660, la monarquía fue restaurada con la ascensión del hijo de Carlos, Carlos II.
El reinado de Carlos I tuvo profundas implicaciones para el desarrollo de la democracia y el constitucionalismo en Inglaterra. Su insistencia en el derecho divino de los reyes y su intento de gobernar sin el consentimiento del Parlamento contribuyeron al desarrollo del concepto de soberanía parlamentaria, que sigue siendo una piedra angular del derecho constitucional británico hasta nuestros días.
Autora: Beatriz Camino Rodríguez