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El Domingo Sangriento, o Domingo Rojo, hace referencia a una serie de acontecimientos que tuvieron lugar el domingo 22 de enero de 1905 en San Petersburgo (Rusia). Ese día manifestantes desarmados, encabezados por el padre Gapon, fueron tiroteados por soldados de la Guardia Imperial mientras marchaban hacia el Palacio de Invierno para presentar una petición al zar Nicolás II de Rusia.

Antecedentes

Tras la emancipación de los siervos en 1861 por el zar Alejandro II de Rusia surgió una nueva clase obrera campesina en las ciudades. Estos campesinos tuvieron que enfrentarse al abuso de autoridad de sus patronos en las fábricas; unos abusos que se hacían patentes en las largas jornadas de trabajo, los bajos salarios y la falta de entornos laborales seguros. Todo ello provocó huelgas en Rusia.

Aunque las huelgas apenas eran castigadas por el gobierno, a menudo se revisaban las quejas de los huelguistas y se exigía a los empresarios que corrigieran sus abusos. Sin embargo, la incapacidad del gobierno para hacer frente a un sistema desequilibrado que favorecía a los empresarios provocó la continuación de las huelgas y la primera gran huelga industrial en Rusia en 1870. Tras la huelga en la fábrica de algodón de Morozov en 1884, el gobierno se vio impulsado a tomar medidas. En consecuencia, en 1886 se aprobó una ley que obligaba a los empresarios a especificar por escrito las condiciones de trabajo en sus fábricas. A pesar de ello, las huelgas continuaron y alcanzaron grandes proporciones durante la década de 1890, lo que llevó a la restricción de la jornada laboral a once horas y media en 1897.

Un papel destacado en las huelgas lo desempeñó el sacerdote padre Gapon, que dirigía la «Asamblea de los obreros de las fábricas y molinos rusos de la ciudad de San Petersburgo», también conocida como «la Asamblea». Esta organización servía como una especie de sindicato para los trabajadores y se describía como conservadora en su apoyo a la autocracia. Era un medio para evitar influencias revolucionarias y apaciguar a los trabajadores luchando por mejores condiciones laborales. El 19 de enero de 1905, la Asamblea decidió presentar una petición al zar Nicolás II para solicitar mejores condiciones de trabajo, salarios más justos y la reducción de la jornada laboral a ocho horas. Otras reivindicaciones incluían el fin de la guerra ruso-japonesa y la introducción del sufragio universal. Gapon también notificó su intención de encabezar una procesión de trabajadores hasta el Palacio de Invierno el domingo siguiente. Como consecuencia, se desplegaron tropas alrededor del palacio y el zar abandonó la ciudad.

La marcha

En la mañana del domingo 22 de enero una multitud de más de 3.000 trabajadores marchó hacia el Palacio de Invierno. Los huelguistas, que marchaban pacíficamente sosteniendo iconos religiosos y cantando canciones patrióticas, no sabían que el zar no se encontraba en la ciudad. El plan era que todas las columnas de la marcha convergieran frente al edificio hacia las 14.00 horas. El jefe de la policía de seguridad -el tío de Nicolás, el gran duque Vladimir- intentó detener la marcha y ordenó a su policía que disparara contra los manifestantes. Entre las 10 y las 11 de la mañana se disparó contra la columna encabezada por Gapon, lo que causó la muerte de cuarenta personas. A las 2 de la tarde un destacamento de 2.300 soldados se dirigió a Nevsky Prospekt, la calle principal de la ciudad, y disparó contra la multitud presa del pánico, muchos de los cuales no habían participado en la marcha.

El número total de muertos es incierto. El gobierno registró 96 muertos, mientras que fuentes antigubernamentales afirmaron que fueron más de 4.000. Las estimaciones más moderadas hablan de una media de 1.000 muertos y heridos. A la masacre siguieron huelgas en otras ciudades, levantamientos campesinos en todo el país y motines en las fuerzas armadas. La Asamblea fue clausurada ese mismo día y Gapon abandonó Rusia.

Consecuencias

Poco después de los sucesos del Domingo Sangriento, empezaron a estallar huelgas en Rusia y otras ciudades fuera de ella, como Varsovia, Riga, Vilna y Bakú. Nicolás II fue ampliamente culpado por su ineficacia en la crisis, lo que provocó un aumento del rencor hacia su gobierno. Aunque intentó apaciguar al pueblo con una duma, su gobierno acabó recurriendo a la violencia a finales de 1905 para detener el movimiento huelguístico que seguía extendiéndose.

Aunque el Domingo Sangriento no se concibió como un movimiento revolucionario, las consecuencias de la reacción del gobierno dieron lugar a la revolución al cuestionar la autocracia y la legitimidad del zar. Anteriormente, se le había visto como el defensor del pueblo, pues respondí siempre que le interpelaban. Tras la masacre, el contrato social entre él y su pueblo se rompió y su posición y derecho a gobernar quedaron deslegitimados.

Autora: Beatriz Camino Rodríguez