Gustavo V fue rey de Suecia desde el 8 de diciembre de 1907 hasta su muerte el 29 de octubre de 1950. Fue el rey más longevo de Suecia y el tercero que más tiempo gobernó el país. Además, fue el último monarca sueco en ejercer sus prerrogativas reales y el primer rey desde la Edad Media que no tuvo una coronación.
Vida temprana
Gustavo V nació el 16 de junio de 1858 en Estocolmo, Suecia. Era el hijo mayor del príncipe Óscar y la princesa Sofía de Nassau. Tras la subida al trono de su padre como Óscar II, se convirtió en príncipe heredero de Suecia y Noruega.
El 20 de septiembre de 1881 se casó con la princesa Victoria de Baden, hija del Gran Duque Friedrich I de Baden y de la princesa Luisa de Prusia, que era la única hija del emperador alemán Guillermo I. Su matrimonio sirvió como prueba de que Suecia pertenecía a la esfera alemana en Europa y fue aprobado por el pueblo sueco, ya que la casa real de Victoria, Holstein-Gottorp, descendía de la Casa Vasa, que había aportado a Suecia su independencia. Gustavo y Victoria tuvieron tres hijos, aunque su matrimonio no fue feliz. Se considera que su relación se terminó después de 1889, principalmente debido a los numerosos rumores sobre la bisexualidad de Gustavo.
Su reinado
El 8 de diciembre de 1907, su padre falleció y Gustavo subió al trono como Rey de Suecia. Fue el primer rey sueco que no tuvo una coronación desde la Alta Edad Media y nunca llevó corona, una práctica que ha continuado desde entonces.
Los primeros años de su reinado fueron testigos del auge del régimen parlamentario en Suecia. En 1911, después de que los liberales ganaran las elecciones, nombró a Karl Staaff como Primer Ministro. Sin embargo, el comienzo de la Primera Guerra Mundial hizo que las élites criticaran duramente la política de defensa de Staaff. En febrero de 1914, un gran número de campesinos protestó frente al palacio real exigiendo que se reforzaran las defensas de Suecia. Gustavo V pronunció entonces un discurso, conocido como el Discurso del Patio, en el que prometió hacerlo. Esto enfureció a Staaff, ya que el rey no le había consultado previamente, y provocó su dimisión. Gustavo le sustituyó entonces por Hjalmar Hammarskjöld, quien fue primer ministro durante la mayor parte de la guerra.
Aunque Suecia se mantuvo neutral durante la Primera Guerra Mundial, se consideraba que el rey Gustavo tenía simpatías alemanas, probablemente debido a la influencia ejercida por su esposa. Para disipar los rumores de que quería apoyar a Alemania en la guerra, celebró una reunión en Malmö con los otros dos reyes de Escandinavia el 18 de diciembre de 1914. Este acontecimiento demostró la unidad de Escandinavia y su decisión de permanecer neutral.
Tras las elecciones de 1917, en las que los liberales y socialdemócratas obtuvieron la mayoría parlamentaria, se vio obligado a permitir que su candidato Nils Edén formara un nuevo gobierno. Este gobierno despojó a la monarquía sueca de todos sus poderes e hizo varias reformas, entre las que destaca la institución del sufragio universal completo (masculino y femenino) en 1919. El Rey sólo podía nombrar a los ministros después de contar con la confianza del Parlamento y tenía que ejercer sus poderes a través de ellos. Gustavo aceptó estas restricciones y reinó durante el resto de su vida como un modelo de monarca constitucional limitado.
Aunque su poder se redujo, siguió siendo una figura popular y pudo ejercer influencia en los asuntos políticos. Por ejemplo, en la crisis de Midsommer de 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, supuestamente instó al gobierno sueco a aceptar las peticiones de apoyo logístico de Alemania, supuestamente para evitar una invasión. Este suceso sigue siendo controvertido hasta la fecha y ha hecho que se acuse al Rey de tener simpatías por la Alemania nazi.
Muerte y legado
Gustavo V murió en Estocolmo el 29 de octubre de 1950 por complicaciones derivadas de la gripe. Le sucedió su hijo Gustavo VI Adolfo. Habiendo reinado durante casi 43 años, fue el rey sueco con el tercer mandato más largo, lo que le convirtió en un símbolo de la unidad de la nación.
Sin embargo, el rey Gustavo V sigue siendo una figura controvertida debido a sus supuestas simpatías por la Alemania nazi. Aunque nunca mostró mucho apoyo al fascismo o al nacionalismo radical, su postura proalemana y anticomunista era bien conocida. Tanto él como su nieto, el príncipe Gustavo Adolfo, se reunieron con los líderes nazis antes de la guerra, posiblemente con fines diplomáticos. Aunque Gustavo V trató de convencer a Hitler de que suavizara su persecución de los judíos, también intentó escribirle una carta felicitándole por sus victorias y la invasión de la Unión Soviética. Sin embargo, el Primer Ministro Per Albin Hansson le impidió enviarla.
Autora: Beatriz Camino Rodríguez